La epicondilitis es una de las lesiones más extendidas entre las personas que practican todo tipo de deportes de raqueta. Esta dolencia, que puede parecer leve, puede derivar en una lesión grave y apartarnos durante un tiempo de las pistas.
Como jugadores de tenis, aunque nunca la hayamos sufrido, nos conviene saber qué es la epicondilitis para prevenirla y poder así actuar antes de que aparezca. Si tenemos en cuenta los factores que inciden en la lesión y actuamos a tiempo haciendo algunos ajustes (entrenamientos para fortalecer esa zona, uso de protectores para el codo, etc...) conseguiremos evitar su aparición.
¿Qué es la epicondilitis?
En primer lugar, para saber qué es la epicondilitis, vamos a nombrar de forma simple cuales son las partes afectadas en el origen de la lesión. El codo lo forma la unión de los huesos húmero, cúbito y radio. El codo nos va a permitir los movimientos de flexión y extensión (movimiento que hacemos, por ejemplo, cuando levantamos una pesa sin despegar el brazo del cuerpo).
Por otra parte, los movimientos realizados por la muñeca son:
Pronación y supinación: el movimiento que nos permite girar la palma de la mano hacia arriba y hacia abajo.
Extensión y flexión: el movimiento de la muñeca sin girar la palma hacia arriba y hacia abajo.
Abducción y adducción: el movimiento de la muñeca sin girar la palma, hacia los lados.
Como podéis ver, estos movimientos, junto al del hombro, son los que entran en acción cuando golpeamos la pelota en cualquiera de las facetas del juego (derecha, revés, saque, remate y volea). Pese a que por el nombre común de la lesión, codo de tenista, podemos pensar erróneamente que este dolor se genera por el movimiento del codo al flexionar, en realidad es el movimiento de la muñeca el que está directamente relacionado.
El epicóndilo es una prominencia ósea que se encuentra en la parte externa del hueso húmero que da al codo. Para localizarlo, basta con flexionar el codo; si nos desplazamos desde la punta del codo hacia la parte exterior, a unos tres o cuatro centímetros, lo localizaremos.
Para comprender mejor la lesión, tenemos que tener claros dos conceptos:
Los tendones son tejidos que unen el músculo al hueso.
Una inflamación intensa de los tendones es lo que se conoce como tendinitis.
En el epicóndilo van insertados una serie de tendones encargados de realizar los movimientos de la muñeca (pronación/ supinación, flexión/ extensión y abducción/ adducción). Concretamente, los músculos extensores de la muñeca que permiten hacer este movimiento son el primer radial, el segundo radial y el cubital posterior.
Por otra parte, los músculos que actúan cuando efectuamos el golpe de revés (movimiento de extensión de la muñeca) son los que más sufren, ya que tienen menos tono y fuerza que los músculos flexores.
Por tanto, llamaremos epicondilitis a la inflamación de los tendones de los músculos extensores de la muñeca en la zona del epicóndilo del húmero.
¿Por qué se produce la epicondilitis en jugadores de tenis?
Entre las principales causas de la aparición de la epicondilitis se encuentra una repetición continua del movimiento que afecta a los músculos anteriormente citados. La utilización de una rotación forzada de la muñeca en lugar de un acompañamiento del hombro y del brazo al golpear la pelota favorecerá la aparición de dolores.
¿Cómo saber si tengo epicondilitis?
Los síntomas más comunes son la aparición de dolor cuando nos palpamos en la zona del epicóndilo y en los tendones. También sentiremos dolor al hacer un movimiento de extensión de la muñeca, e incluso de dedos.
Existe una sencilla prueba realizada por los profesionales para detectar si sufrimos epicondilitis, llamada “prueba de la extensión de la muñeca contrarresistida”. Consiste en realizar extensión de la muñeca mientras nos oponemos a ese movimiento. Ante la aparición de dolor la prueba es positiva, y un dolor en la zona del epicóndilo delatará una posible epicondilitis.
¿Qué puede provocar la lesión?
En otra entrada del blog, hablamos sobre las vibraciones generadas al golpear e hicimos alusión a las “vibraciones nocivas” para nuestro brazo, que son las que se generan en el marco.
Todas las raquetas tienen una zona de golpeo en la que, comparado con las otras, hay una menor presencia de vibraciones en el agarre de la empuñadura, y la salida de la bola es más limpia y potente. A esta zona se llama “sweet spot” o punto dulce.
Si cogiésemos la raqueta dejando la muñeca blanda y dejásemos que las bolas impactasen en ella, observaríamos que las bolas fuera del punto dulce obligan a la muñeca a realizar ciertos movimientos:
Bolas impactadas hacia los extremos (bien hacia la cabeza o hacia el cuello) provocan un movimiento de flexión-extensión.
Bolas impactadas en los laterales provocan un movimiento de pronación-supinación.
Podemos entender mejor la tendencia de la raqueta y la empuñadura según el golpeo en esta ilustración. Imaginemos que dejamos la raqueta suspendida en el aire y tiramos bolas a ciertas zonas. La reacción de la raqueta con respecto a su eje sería la siguiente:
Ten en cuenta que los movimientos que se producen en la empuñadura son asumidos y amortiguados por la muñeca, por lo que afectan a los músculos extensores implicados en la epicondilitis. Por tanto, algunos de los posibles factores que pueden influir son:
TÉCNICA:
Un golpeo inadecuado de la bola (intentar siempre golpear en el punto dulce).
Abuso de golpes de muñeca sin acompañamiento del codo y del hombro.
Acumulación de demasiadas horas de juego.
RAQUETA:
Una talla de empuñadura inadecuada.
Raqueta demasiado pesada o demasiado ligera (dependerá de nuestro nivel de juego, nuestra constitución, de las horas que juguemos, etc.…).
Raqueta demasiado rígida.
Raqueta con un perfil de marco demasiado fino.
Uso de cordajes muy duros y con tensiones excesivamente altas.
¿Cómo prevenir la lesión?
- A la hora de elegir nuestra raqueta: como hemos visto, la utilización de una raqueta con determinadas características puede evitar la aparición de dolores en la zona del epicóndilo. Nuestro consejo es que a la hora de elegir una raqueta, elijas aquella con el peso suficiente para que sea estable y absorba una gran porción de vibraciones, pero no lo suficientemente pesada como para sobrecargar tus músculos (ten en cuenta que un partido de tenis puede ser muy largo y que no todas las personas tenemos la misma constitución).
Una raqueta excesivamente ligera nos permitirá una gran aceleración para imprimir fuerza, pero la transmisión de vibraciones generadas al golpear será mayor. Introducir pequeños cambios en la raqueta que elijamos como el peso, la rigidez, el perfil o el balance pueden marcar la diferencia. Puedes saber más sobre cómo elegir la raqueta de tenis adecuada en otro de nuestros posts anteriores. Así mismo, en cualquiera de nuestras tiendas podremos informarte sobre cómo ver estos parámetros en las raquetas y cuáles de ellas se ajustas a tus criterios dentro de una amplia gama.
- Ejercicios para prevenir la epicondilitis: Paralelamente a la elección de la raqueta adecuada, se pueden realizar algunos ejercicios para fortalecer la zona:
Ejercicio 1: Es adecuado estirar la zona para calentar los músculos implicados antes y después de jugar. El estiramiento adecuado sería con la palma de la mano hacia arriba, ejercitando de esta manera los músculos extensores.
Ejercicio 2: Ataremos al extremo de un cordino un peso (no demasiado, ½ kg aproximadamente). Cogeremos el otro extremo del cordino y empezaremos a enrollarlo en nuestra mano a través de movimientos de muñeca. Cuando esté arriba lo desenrollaremos con el mismo movimiento inverso. Es importante que el movimiento de enrollado lo realice la muñeca y no el antebrazo ni el hombro.
El uso de coderas para sujetar el músculo y atenuar las vibraciones generadas tras el impacto también es recomendable. Se colocará de tal manera que aporte la tensión suficiente pero no nos resulte molesto, limite nuestros movimientos o nos corte la circulación.
Aunque ahora podemos tener una idea general de esta lesión, siempre es conveniente que ante su aparición recurramos a profesionales que nos orienten para una correcta recuperación y que sepan tratarnos con el método más adecuado (reposo, quiromasaje, vendaje funcional, etc.…).